miércoles, 22 de abril de 2009

Mitología desde los ojos de Leví-Strauss


Al definir mito, es posible advertir el carácter dual de éste al, por ejemplo, identificar la sucesión de acontecimientos que no se presentan con ninguna regla de continuidad lógica, al mismo tiempo que la repetición de caracteres y detalles se hace presente. Esto no solo en mitos clásicos del mundo occidental sino que en diversos mitos de todas partes del mundo.

Para estudiar el mito, ha de enfrentarse de la misma forma que se estudia el lenguaje, es decir, la significación de la lengua desde el deslindamiento del carácter significativo del sonoro. (Lévi-Strauss, 1968)

Para poder establecer los caracteres específicos del pensamiento mítico es necesario establecer que este está en el lenguaje y al mismo tiempo más allá de él (Lévi-Strauss, 1968). En este punto se plantea la idea de presentar un tercer nivel, ya que Saussure delimita sólo dos (la lengua y el habla). El mito posee una doble estructura en el sistema temporal, ya que se refiere a sucesos del pasado, pero también forma una estructura permanente, es decir del presente y futuro. Podemos apreciar entonces, que el mito pertenece al habla y a la lengua, pero posee además un tercer nivel de configuración de naturaleza lingüística (Lévi-Strauss, 1968).

El mito posee un sentido que depende de los elementos combinados, presenta propiedades específicas, ya que pertenece al lenguaje, y estas propiedades son de naturaleza compleja, estas tienen “[…] la relación que los semantemas guardan con los morfemas y que estos guardan con los fonemas” (Lévi-Strauss, 1968, p. 191). Los elementos propios del mito presentan un alto grado de complejidad, siendo los más complejos, y los llamaremos “unidades constitutivas mayores” o “mitemas”.

Para reconocer los mitemas es necesaria una base para análisis de sus estructuras de todas sus formas, es decir un método estructuralista, como el de los lingüistas, ya que el objeto de estudio pertenece al lenguaje. Este consiste primeramente en aislar las unidades constitutivas mayores y ponerlas en relación (como en un paradigma), siempre ubicándolo en el tiempo mítico (sincrónico y diacrónico), reuniendo las propiedades de la lengua y el habla. Con esto se ve que son realmente “haces de relaciones” (Lévi-Strauss, 1968, p. 191).

Este método tiene por finalidad explicar el funcionamiento del mito y de sus partes en relación a la totalidad de este en las dimensiones expuestas anteriormente. Este se genera por medio de un sistema que establece un haz de relaciones, teniendo todos los elementos significativos un rasgo común que se intenta descubrir. Lo que este método intenta producir es una relación pero en un significado inverso (un sistema de referencia de multidimensionales) (Lévi-Strauss, 1968).

Esto se define reordenando, en modo de ensayo, todos los mitemas que posean el contexto que se esta considerando, ya que “[...] el mito se organiza de tal manera que se constituye por sí mismo como un contexto” (Lévi-Strauss, 1968, p. 195). El método estructuralista evita una excesiva diversificación de interpretaciones, pues pretende emprender la búsqueda de una versión más autentica sobre el mito, de acuerdo a un paradigma en particular.

Cada mito se define por el conjunto de todas las versiones existentes, pues “[...] el mito sigue siendo mito mientras se lo perciba como tal” (Lévi-Strauss, 1968, p.197), pero no por eso deja fuera las diversas versiones del mismo que puedan, eventualmente aparecer. Se observa que el mito posee diversas variantes para ser analizado estructuralmente, por lo que consideran todas por igual al ser todas igualmente relevantes al análisis (Lévi-Strauss, 1968). Se puede apreciar que todas las relaciones poseen diferentes variantes, es decir, dimensiones en la cual es posible realizar el análisis y todas estas a su vez son propias del mito. No existe una versión verdadera sino que “todas las versiones pertenecen al mito” (Lévi-Strauss, 1968, p. 198).

Es así entonces, como se nutre el estudio de un mito: del estudio paradigmático que pueda hacerse de un similar y las relaciones que de este se puedan realizar para con el primero. Este método sirve de herramienta, de “instrumento lógico destinado a operar una mediación entre la vida y la muerte” (Lévi-Strauss, 1968, p.200), para identificar en un estudio sincrónico, las relaciones que puedan realizarse con las entidades expuestas en un relato.

Si este método de análisis estructural se aplica sistemáticamente se ha de conseguir ordenar todas las variantes conocidas de un mito en una serie que forma una especie de grupo de permutaciones entre elementos comunes entre culturas:

“. . .El personaje del trampero, en mitología americana, ha constituido un enigma durante un largo tiempo ¿Cómo explicar que en la casi totalidad de América del Norte este papel corresponda al coyote o al cuervo? [...]
[...]Los consumidores de carroña son como depredadores, consumen alimento animal, pero también como los productores de alimento vegetal, no matan lo que comen. Los pueblos, para quienes la vida agrícola es más significativo que la caza, formulan el mismo razonamiento de un modo algo distinto...” (Lévi-Strauss, 1968, p.205-206).
De este razonamiento se puede deducir el carácter antropológico del estudio sistemático y estructural del mito.

El valor significativo de un elemento lo determina su situación en función del relato total (de la significación depositada de dicho elemento por sus características sensibles y relacionables con elementos extra terrenales) (Lévi-Strauss, 1968). De este modo, el estudio antropológico se nutre a partir del estudio del relato mítico, tanto en su aspecto y valoración “literaria” como representación de un testimonio sobre una concepción de mundo desde una tradición determinada.

He aquí el valor que se le puede dar al plantemiento teórico de Leví-Strauss (1968), al plantear un modelo que media entre la investigacion científica y el cómo abordar un testimonio que es reflejo de una visión de mundo y no carente de carga histórica y emocional (al considerar el carácter religioso que posee). Es en el estudio antropológico, en donde se puede cuantificar, de cierto modo, un aspecto etéreo pero no lejos de la realidad de una tradición.


Referencia:
Lévi-Strauss, C. (1968). La estructura de los Mitos. En C. Lévi-Strauss, Antropología Estructural (págs. 186-211). Buenos Aires: EUDEBA.

3 comentarios:

  1. Para que el estudio de la antropología desde el estructuralismo sea fructífero, considero que es muy importante tomar en cuenta el desarrollo de un buen método no sólo de análisis, sino también de interpretación de los “mitemas”. Así los datos obtenidos aportarán información más certera.

    -Francisco Cabello Correa

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  2. Es sumamente interesante la propuesta aquí recogida, en lo personal me parece especialmente remarcable la admisión que se da de los planos más etéreos y subjetivos (me refiero a la interpretación de los mitemas), que hemos visto tiende a dejarse de lado en estudios de tipo estructural. A partir de esta apreciación debo decir que comparto la visión de Francisco, de que esta parte del estudio estructural en la antropología es fundamental, ya que no se concibe la investigación de mitos desde la antropología, si no tiene esta como fin último rescatar rasgos de la conciencia humana en sus orígenes. Junto con esto me gustaría notar el símil existente entre lo que se expone al principio de esta entrada y el estudio que hace Vladimir Propp de la estructura del cuento maravilloso.
    -Sebastián Soler Aroca

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  3. En una de las citas que pusieron, Lévi-Strauss menciona que es un enigma el hecho existan mitos que se repiten en distintas partes del mundo, incluso en lugares lejanos que no tienen conexión entre sí. Un ejemplo es el trampero de la mitología americana. Creo que una posible respuesta a este enigma la otorga la psicología de Jung, que plantea la existencia de un inconsciente colectivo, además del individual propuesto por Freud. En el inconsciente colectivo se encuentran todos los conocimientos de nuestros antepasados, y es común para todos. Los arquetipos son el conocimiento en forma de imágenes mentales típicas, que todos los seres humanos heredan.
    Siguiendo la lógica de Jung, existiría un arquetipo del trampero, que estaría heredaron las distintas culturas americanas.

    Alejandra Straub

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